Islandia es, definitivamente, un país distinto, un país tal
como deberían ser todos. Allí no hay rapiña, tal como sucede, por ejemplo, en
los países cálidos. Prueba de ello es que al llegar al apartamento encontramos
azúcar, pan de molde, café, mantequilla, etc, que habían dejado los anteriores
inquilinos. Nosotros disfrutamos de aquello (por cierto, el café era de la
marca Illy y era excelente) y cuando nos marchamos, también dejamos algo para
los que llegaran después. En esta cocina hicimos nuestros desayunos antes de
salir cada día a recorrer tan maravilloso país.
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