Cerca de la iglesia, en el mismo barrio de Seltjarnarnes se
encontraba un centro polideportivo en donde su principal atracción eran estas
piscinas con agua caliente natural (el agua en Islandia no hay que calentarla,
sale ya calentita del centro de la tierra) y de distintos tamaños según
apeteciese nadar, divertirse o simplemente sentarse (dentro del agua) a charlar con los amigos. Si en España vamos al bar, en Islandia se va a la piscina. Y
eso sí, que no se me olvide decirlo: a unos precios muy económicos que, en algunos
casos apenas si alcanzaba los tres euros.
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