jueves, 17 de octubre de 2013

Amigos en Islandia

Cuando llegamos a Islandia allí estaban esperándonos nuestros amigos islandeses. Nada más abrirse las puertas de la terminal que daban acceso al exterior, sentí el frío del aire que inmediatamente despejó los últimos rastros de somnolencia que traía del largo trayecto desde Madrid con escala en París. Mí amigo me acompañó a recoger el coche de alquiler y nos dividimos en dos coches, el que acaba de coger y el suyo, para ir a su casa. Como buenos anfitriones, lo primero que querían hacer era brindarnos un buen desayuno.
Pude comprobar por mí mismo, nada más llegar, que la mayoría de los coches era todo-terreno y no por capricho como en España sino por verdadera necesidad ya que muchas de las carreteras y caminos son de tierra. En Islandia, por ejemplo, no existen trenes ni tranvías ni nada que vaya sobre raíles... descarrilarían al ser tan frecuentes los pequeños movimientos sísmicos y sobre todo las heladas, que la vigilancia y mantenimiento de tales líneas férreas sería una labor titánica. De las carreteras, otro tanto. Hay una carretera principal que circunda toda la isla y después algunas secundarias, pero lo que más abunda son las carreteras de tierra. Las duras condiciones climáticas son un enemigo irreconciliable del liso e interminable asfalto de las grandes carreteras.

Por cierto, me fijé que allí los coches llevan la matrícula con dos letras y después tres números. En la foto los he borrado para preservar la intimidad del propietario.

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