sábado, 11 de mayo de 2019

Y hasta aquí llegué



Hasta aquí he venido compartiendo experiencias de mis viajes por los países nórdicos. 

Pero como el pasado –haya sido bueno o malo- hay que asumirlo como un camino de aprendizaje en vez de renegar de él, así hago con “La luz horizontal” y la dejo –tal cual estaba- para que podáis leer cuando queráis todo lo que aquí escribí y compartí un día con vosotros.

Claro que eso no impedirá que alguna que otra vez siga publicando cosas aquí; siempre me ha gustado sorprender y siempre he amado estos países...



jueves, 9 de mayo de 2019

El sueño eterno del oso


¿Otro oso polar? Este estaba dormitando medio metido en una cueva y movía de vez en cuando la cabeza emitiendo un sordo gruñido. Una vez le hube hecho la foto, me di cuenta que repetía una y otra vez los mismos movimientos de cabeza y sonaba una y otra vez el mismo gruñido. ¡Pobre oso polar! ¡También este estaba disecado, pero ni disecado le dejaban descansar ya que un mecanismo automático le hacía mover una y otra vez la cabeza para sorpresa y deleite de los visitantes del museo!

martes, 7 de mayo de 2019

La foca no pasa frío


Ya se sabe que las focas viven en el polo norte y están acostumbradas a ese clima, por lo que no les afecta el frío; sin embargo esta foca, de quejarse de algo, sería del calor, porque aunque el ambiente parezca muy frío, la verdad es que estaba unos poquitos grados sobre cero… y además bajo cubierto, dentro de este museo.
Lo mejor para las focas que viven así es que siempre están más relajadas, ya que no hay peligro de que se las coma ningún oso ni ninguna orca. Tampoco tienen que esforzarse por encontrar comida, ya que se la sirven a diario. Como no soportan tan bajas temperaturas como las que viven en libertad, no tienen necesidad de acumular tanta grasa y por consiguiente están más estilizadas, aunque su musculatura deje mucho que desear por no ejercitarla. Vida cómoda sí es… aunque aburrida.

domingo, 5 de mayo de 2019

Fichas gigantes de dominó


Es imposible pasar por allí y no quedarse sorprendido al contemplar este edificio: unas fichas gigantes de dominó cayéndose en fila como en esos campeonatos que se organizan para derribar con un solo movimiento cientos o miles de fichas colocadas previamente de forma artística. Y esto era arte, arte arquitectónico. Luego, en el interior del edificio se podía conocer un poco más de la cultura noruega. Y eso hice…

viernes, 3 de mayo de 2019

En el reloj de la iglesia


Sólo eran las once y diez de la mañana de mi primer día en Tromso y así lo reflejaba el reloj de la torre de la iglesia. Siempre me llamaron la atención las iglesias noruegas, incluso las modernas como esta. Y el reloj me estaba indicando que ya podía recoger mi coche de alquiler y ya podía empezar a moverme a mi libre albedrío por toda la ciudad y toda la región. Eso es lo que más me gusta de los viajes, ir a mi aire, sin horarios ni programas preconcebidos; descubrir el país según mi instinto me lleva por uno u otro lugar, aunque claro está que ya me había informado previamente y tenía anotada una lista con algunos lugares de visita inexcusable.

miércoles, 1 de mayo de 2019

Primera vista de Tromso


Y ya después de mi encuentro con el oso polar, levanté mi vista y contemplé la primera panorámica de la ciudad, en donde se distinguía perfectamente la singular catedral.

Esta primera bajada a la ciudad, desde mi hotel, la hice andando, pero como mi intención era hacer muchos kilómetros, ya había apalabrado un coche de alquiler en la ciudad, así que una de las primeras cosas que haría al llegar al centro de la ciudad sería recoger mi coche. 

¡Había tanto que ver…!