Por muy lejos que te vayas, el trayecto en avión no cansa;
lo que de verdad cansa son las interminables esperas en los aeropuertos y el
constante deambular por sus eternos pasillos. Para colmo no hay vuelos directos
directos entre Madrid y Reykjavik por lo que no queda más remedio que hacer una
escala en alguna ciudad europea (por ejemplo, París) y posiblemente toque también
hacer noche allí hasta que al fin se pueda tomar el avión que te lleve a Islandia.
Hay que armarse de paciencia e ir bien provisto de música y
lectura; después, algún café o refresco, te ayudará a soportar las esperas. Sin
embargo, el saber que al final se pisará tierra islandesa, compensa todas las incomodidades
del viaje.
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