Con
el guía a la cabeza, una tras otras fueron saliendo las motos formando una
larguísima hilera.
Conociendo la idiosincrasia española, los organizadores
tomaron sus precauciones y pusieron un guía al final, para que nadie quedase
descolgado y otro que iba arriba y abajo, vigilando que no surgieran incidentes…
aunque algunos hubo, pero sin más importancia que la de un simple revolcón por
la nieve.
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