¿Alguna
vez habéis oído hablar del “esquí siamés”? Bueno, en realidad no sé si se llama
así, pero así es como yo lo he bautizado. En esta prueba, que es por parejas,
se da un par de esquíes a cada pareja, pero –como podéis ver en la fotografía-
los dos esquiadores deben ir como si fuesen hermanos siameses, es decir, sobre
los mismos esquíes.
Cada
una de las tablas tiene dos enganches para las botas de dos personas; si al
intentar avanzar cada uno va a su aire, la caída es inevitable; por eso es
necesario ponerse de acuerdo y avanzar siempre acompasados en tiempo y ritmo.
Para quien ve esta prueba como espectador, es sin lugar a dudas la más
divertida, pero para quien compite en ella es la más difícil. Resulta grotesco
ver los torpes movimientos y los esfuerzos de los esquiadores, no ya para
avanzar, sino para mantener el equilibrio.
Esta
prueba tiene no obstante, una importante enseñanza: la necesidad de poner el
interés común por encima del interés propio, la necesidad de lograr acuerdos y
trabajar como un único equipo. Aunque no lo sospechasen sus organizadores no en
aquél momento nos diésemos cuenta, esta enseñanza quedó grabada como una
impronta en la memoria genética de todos los que participamos en estas Olimpiadas
de Invierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario