Después
de finalizar las pruebas en que habíamos competido, nos sirvieron un
reconfortante almuerzo. Fuimos pasando por la caseta restaurante y allí nos
dieron la bandeja con alimentos nutritivos, energéticos… y calentitos.
Había
–cómo no- carne de reno, una sopa de no sé qué y otras cuantas cosas típicas de
la tierra, todas ellas altamente energéticas para poder soportar las gélidas
temperaturas, aunque todo hay que decirlo: a pesar de estar a -20ºC no teníamos
frío ya que el mono térmico que nos habían dado nos protegía del frío exterior
como nunca hubiera imaginado.
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