Hace unos pocos siglos desaparecieron de Islandia los pocos
árboles que allí habían conseguido arraigar. Hoy, sin embargo, fruto del
esfuerzo del amor a la naturaleza de los islandeses, crecen árboles en muchos
lugares, si bien su porte no es muy alto por el constante viento frío que los
azota durante todo el año. Y también la tierra, agreste y solitaria, ha
conocido la mano del hombre para doblegarla y hacerla producir sin renunciar
por ello a su espíritu de libertad.
Esta imagen era de un lago pero detrás se alzaban las
tierras de cultivo y a su derecha discretas hileras de árboles para dar
testimonio del trabajo y el amor de sus habitantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario