Paisaje agreste y solitario. Apenas una señal de la
presencia del hombre a través del tendido eléctrico que cruza el valle. Detrás,
la tierra que se levanta y rompe dejando a la vista sus entrañas. Y en las
laderas, la vida que crece y llena de verde y esperanza nuestra vista. Incluso
algunos árboles levantan con timidez su porte en tan impresionante escenario.
Rincones como este se encuentran por doquier en Islandia, en
donde el silencio, la quietud, el aire y el agua pura, se sienten a cada paso.
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