La naturaleza en Islandia es tan sorprendente que el ser
humano se funde con ella hasta formar parte integral de la misma. Cuando vi
esta foto por primera vez, contemplé una cascada, un río que se desploma entre
las rocas y alimenta una corriente de agua que va regando la vida en su
discurso. Sin embargo, una visión más detenida de esta foto, nos desvela
detalles que antes pasaron desapercibidos. A la derecha, asoma la cabeza de un
pescador, escondido entre las rocas, en donde ha encontrado cobijo para la
sosegada espera de una mañana de pesca. Y si miramos con más detalle, un sedal
cruza en diagonal la imagen ,desde el centro del remanso de agua hasta el lugar
en donde aguarda tranquilo su presa el pescador.
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