No es hasta después de haber pasado, cuando a tu regreso
detienes tu vista en las fotografías, que descubre nuevos detalles que antes
pasaron desapercibidos. En esta foto, a la izquierda, se observa serpenteando
por la orilla del lago una minúscula carretera, y digo minúscula porque ahora
se comprueba su insignificancia al contemplarla junto a esas enormes laderas de
las montañas que encierran el paisaje. Y la vista gira hacia a otro lado, a la
derecha, y no alcanzamos a ver nunca el final, en una incesante sucesión de
lagos y montañas, de ríos y fiordos, de paisajes modelados a lo bestia por la
Tierra en donde el ser humano apenas si es un insignificante insecto.
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