En cualquier lugar en que nos detengamos, la naturaleza
explota de vida y de belleza. Protegido por las altas montañas a un lado,
discurre vigoroso el río atravesando campos vírgenes que tan solo algún
solitario caminante se atreve a pisar de tarde en tarde. Todo es virgen en
Islandia y cualquier paso que des en esta tierra es la primera huella que se
deja.
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