Esta palabra está siempre presente en Islandia: tranquilidad
en las calles, en la vida, en cualquier rincón que visites. Los agradables
paseos por la orilla de este lago eran siempre un placer y eran más audibles
los graznidos de las gaviotas y el parpar de los patos que el ruido de los
tubos de escape de los coches (muy pocos) que de vez en cuando pasaban por la
calle.
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