Una vez, siendo niño, llevaron a Daimiel (Ciudad Real), en
el centro de España, a muchos kilómetros de cualquier costa, carne de ballena.
Aquello fue un acontecimiento para todo el pueblo y mi madre –como muchas
otras- compró carne de ballena para probar tan exótico bocado. YO era –como
digo- un niños; quizás tendría seis o siete años; y sin embargo recuerdo cómo
disfruté comiendo aquél filete de ballena... Todos estos recuerdos pasaron por
mi mente cuando me fotografié al lado de estos barcos balleneros.
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