Normalmente en otros países, el corazón de la ciudad es una
plaza atestada de coches, de gente, de asfalto, de ruido, de contaminación, de
delincuencia. En Reykjavik sin embargo, el corazón de la ciudad es este enorme
lago poblado por patos, cisnes y gaviotas. Ellas gozan, además, de una pequeña
isla en el centro, en donde anidan con tranquilidad. Después, se acercan a la
orilla para convivir como cualquier otro ciudadano de esta pacífica ciudad.
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