Durante el mes de julio el sol no se pone nunca en Islandia,
otra cosa es que lo veamos lucir puesto que con frecuencia las nubes lo cubren.
Sin embargo son muchos los momentos en que asoma su luz entre las nubes y
ofrece ante nuestros ojos un abanico extraordinario de contrastes y vivos
colores. Por otra parte, el sol de aquí no es como el de España. Aquí no está
sobre nuestras cabezas sino siempre sobre el horizonte de tal forma que sus
rayos iluminan en sentido horizontal o diagonal todas las cosas y, para aquél
que entienda un poco de fotografía, sabe que esa es la mejor manera de dotar de
profundidad a todo lo que vemos.
En esta imagen, uno de mis primeros paseos junto a la orilla
del lago Tjornin y, como se puede ver, la luz que proyecta mi cuerpo sobre la
acera es alargada aun estando hecha la fotografía en mitad del día.
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