Una de las cosas que más nos sorprendió, tanto al llegar
como ahora al regresar, fue el estado de las pistas del aeropuerto:
completamente cubiertas de nieve helada. Pues bien, a pesar de eso, todos los
vuelos despegaban y aterrizaban con normalidad, sin retrasos y sin problemas.
¿Os imagináis qué pasaría en España si algún aeropuerto estuviese así? Sería el
caos absoluto, con todos los vuelos suspendidos. Aquí, sin embargo, ese estado
de las pistas era lo normal y daba igual que fuese con luz de día o de noche,
todos despegaban y aterrizaban sin problemas, incluso los aviones españoles
como este de la extinta compañía Spanair que fue fletado por nuestra empresa.
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