Lo de Papá Noel es un puro negocio. Aunque la entrada a
su pueblo es gratuita, resulta imposible salir de allí sin haber gastado algo.
Hasta comprar una carta para pedirle los regalos cuesta dinero, y más aún si
esa carta la franqueas allí para que llegue hasta España con sello auténtico de
Papá Noel.
Además, el hacerse una foto con él, como niños grandes que éramos,
también costaba dinero, y algunos no pudieron resistir la tentación de sacar el
niño que llevaban dentro y acurrucarse al lado del barbudo señor mirándolo con
ojos tiernos.
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