Al día siguiente nos llevaron en autobús hasta el pueblo
donde vive Papá Noel. Era mitad de enero y el pobre Papá Noel había quedado
agotado después de repartir tantos regalos, así que agradeció le hiciésemos una
visita, sobre todo porque eso era bueno para su negocio.
En este pueblo hay una
enorme tienda de regalos y algunas diversiones en el exterior para grandes y
pequeños.
Si alguna vez vais a visitar este pueblo, hacedlo en invierno, cuando
esté completamente nevado; me imagino que en verano, sin nada de nieve, perderá
todo su encanto.
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