Este fue uno de los momentos más bonitos de aquella
excursión nocturna: todas las motos en fila y en dirección a la Luna, una Luna
que resplandecía en la oscuridad y era lo único que se veía más allá del
alcance de nuestros faros.
En fin, en honor a la verdad hay que decir que en
realidad a quien seguíamos era al guía, y a ninguno de nosotros se nos hubiera
ocurrido salirnos de la fila para perdernos en aquellos parajes helados,
desiertos y en completa oscuridad.
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