miércoles, 20 de marzo de 2019

Un poco de fuego nunca viene mal


La bebida caliente nos entonó por dentro, pero también había que entonarnos por fuera, así que nos acercamos a las hogueras todo lo que pudimos y como polillas, dábamos vueltas a su alrededor para calentar todo nuestro cuerpo. 

Una vez hubimos descansado un poco, proseguimos nuestro viaje hasta llegar a un magnífico restaurante en donde nos servirían una opípara cena y en donde podríamos beber alcohol ya que el regreso hasta el hotel sería en autobús.

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