La excursión en el rompehielos Sampo llegó a su fin y nos
devolvió a tierra firme, es decir, a hielo firme.
Pero la aventura aún debía
continuar.
Según salíamos del barco nos dirigimos a una explanada en donde nos
aguardaban una larga hilera de motos de nieve.
Ya las habíamos conducido otro
día atravesando bosques helados con la luz del sol en el horizonte, ahora sin
embargo sería distinto, porque tendríamos que conducirlas en total oscuridad
porque así de cerrada era la noche a las siete de la tarde…
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