Durante
los meses de invierno en Laponia, el sol nunca se levanta, sólo se asoma
tímidamente sobre el horizonte tres o cuatro horas… si es que le dejan las
nubes.
Después
de competir animadamente en toda una serie de pruebas de nieve llegó el momento
de regresar al hotel y así lo hicimos en nuestras motos de nieve, mientras ese
tímido sol que se había asomado por el horizonte, daba ahora señales de querer
retirarse a dormir. Las luces de las motos se fueron abriendo poco a poco paso
ante la oscuridad que avanzaba de nuevo.
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