Tan torpes como los patos en tierra firme, así
caminábamos nosotros por la superficie helada del mar, e igual de torpes
estábamos a la hora de meternos en el agua. En esta imagen se puede ver la
consistencia de la capa helada y lo difícil que resultaba introducirse en el
agua. De igual forma cabe pensar (menos mal que en aquél momento no lo
pensamos) qué pasaría si alguno de nosotros se colaba por debajo de la capa
helada: la corriente del mar lo arrastraría y sería imposible no ya rescatarlo
sino ni siquiera localizarlo. Hay ocasiones en que más vale no ser consciente
de los riesgos que se corren y sí en cambio disfrutar como niños.
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