Aquí me tenéis bañándome y jugando en el agua del mar
Báltico a menos muchos grados bajo cero. Afortunadamente el traje de goma dejaba
entre nuestro cuerpo y el traje un amplio espacio para el aire, el cual nos
permitía flotar libremente como alegres muñecos Michelin. Con ágiles
movimientos de las manos, demostrábamos nuestra pericia natatoria y todos menos
uno, disfrutamos de aquél inusual baño en el mar. ¿Qué le pasó a eso uno? Pues
que su traje tenía algún pequeño corte y comenzó a entrarle agua. A esas
temperaturas, ya os podéis imaginar la sensación que tuvo y los gritos que pegó
hasta que lo sacaron del agua.
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