A quien diga que en el Ártico no se pescan atunes,
enseñadle esta foto. Menos mal que no se utilizaban ganchos para sacarnos del
agua, sino solo la fuerza de las manos y la pericia que da la práctica de sacar
a tanto turista intrépido que se embarca en estas aventuras. Si para meterse en
el agua hacía falta ayuda, aunque no era imprescindible, os puedo asegurar que
para salir del agua sí que era necesaria. Si intentabas por tus medios
agarrarte al borde helado del mar, te escurrías sin remedio. Como además la
profundidad debía ser mucha (estábamos en alta mar) no había ningún sitio donde
poner el pie para hacer palanca o dar impulso. Sin la ayuda que nos prestaron
para sacarnos del agua como torpes atunes hubiéramos permanecido el mar para
siempre.
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