Lo
primero que pisó mi pie cuando aterricé en Rovaniemi fue… la nieve; nieve que
cubría por completo la pista de aterrizaje. Después el autobús nos llevó por
calles cuyo asfalto estaba cubierto de nieve, hasta el hotel y al llegar, lo
primero que pisó mi pie fue… la nieve. Era media tarde y era… de noche. El
cielo estaba despejado y la temperatura que nos recibió fue de -20ºC. Nuestros
ojos se sorprendían a cada instante con las escenas de esa ciudad cuyas luces
iluminaban la noche, es decir, la tarde, en donde el ir y venir de las gentes
nos señalaba que se trataba de un día normal, como cualquier otro. Nuestro
cuerpo sintió el aire frío pero aún traíamos dentro el calor de España. Nos
faltaba aclimatarnos y prepararnos a vivir una experiencia inolvidable…
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