Durante
todos estos días quiero compartir los recuerdos de aquél viaje inolvidable que
realicé un mes de enero a Finlandia con motivo de una convención en donde se
compaginó el trabajo y la diversión. Sé que este blog no es como mis otros
blogs “AZprensa” y “Palabras inefables”, que tienen una gran audiencia; por el
contrario “La luz horizontal” lo lee muy poca gente, pero eso sí, son personas
fieles que sienten al igual que yo un gran amor hacia los países nórdicos o
cuando menos una curiosidad por estos países y culturas tan diferentes.
Por
pocos lectores que tenga este blog, merece la pena seguir escribiendo en él, en
agradecimiento a su interés. Pero seamos sinceros, el primer interesado en
escribir y releer lo que aquí aparece soy yo mismo, porque escribir y volver a
leer es volver a vivir aquellos momentos. Así que me da igual que “La luz
horizontal” tenga pocos o muchos lectores, porque con que tenga uno solo (yo
mismo) vale la pena seguir manteniéndolo activo.
Y
eso es lo que voy a hacer, lo que estoy haciendo, volocar en este espacio
digitil imágenes y vivencias, sensaciones y pensamientos… emociones en
definbitiva que despertó mi llegada a estos países. Por cierto, estuve seis
veces en Noruega (una de trabajo y cinco de vacaciones; una vez en Islandia (de
vacaciones); dos veces en Finlandia (una en invierno de ocio y trabajo y otra
en verano de vacaciones); y muchas más (ya no recuerdo el número) en Suecia
(una de vacaciones y muchas otras con motivo de trabajo que siempre se acompañó
de tiempo libre para el disfrute).
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