Aún no había llegado a Tromso y sin embargo la luz
entraba por la ventana hasta bien entrada la noche. Esta era mi habitación del
hotel del aeropuerto de Oslo en donde pasé esa noche. En cualquier caso, la
escala sirvió para descansar del viaje desde Madrid, reponer fuerzas con una
excelente cena y dormir hasta primera hora de la mañana siguiente. De la misma
puerta del hotel salía un autobús que en apenas cinco minutos te dejaba en la
terminal.
Un detalle que demuestra la honradez de los noruegos es
que, nada más conocer que no podría llegar esa noche a Tromso sino al día
siguiente, llamé al hotel en donde tenía reservadas todas las noches de mi
estancia para decir que por causas ajenas a mí me retrasaría un día. Me
contestaron que no pasaba nada, que gracias por avisar… y no me cobraron esa
noche a pesar de haber avisado alrededor de las siete de la tarde.
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