Un nuevo avión de Norwegian me esperaba listo para
llevarme a la que ya ha sido para mí y para siempre, la ciudad más bonita del
mundo: Tromso. Al contemplar esta foto no os dejéis engañar por la luz solar,
porque el avión despegaba a las siete de la mañana y esta foto la tomé a las
seis y media o siete menos cuarto, nada más llegar a la terminal de embarque.
Un embarque que, además fue muy rápido, no solo por la eficiencia de las
azafatas sino porque éramos pocos los pasajeros que íbamos en aquél vuelo.
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