Cuando se ven las nubes de vapor de agua elevarse al cielo
formando grandes nubes, uno no puede evitar pensar en la Tierra como en un ser
vivo que respira y lanza así su aliento. Pero esto que acabo de decir, no es
una metáfora; es lo cierto. Y todo aquél que haya viajado a Islandia podrá dar
fe de ello.
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