Y
ya después de mi encuentro con el oso polar, levanté mi vista y contemplé la
primera panorámica de la ciudad, en donde se distinguía perfectamente la
singular catedral.
Esta
primera bajada a la ciudad, desde mi hotel, la hice andando, pero como mi
intención era hacer muchos kilómetros, ya había apalabrado un coche de alquiler
en la ciudad, así que una de las primeras cosas que haría al llegar al centro
de la ciudad sería recoger mi coche.
¡Había tanto que ver…!
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