Es
imposible pasar por allí y no quedarse sorprendido al contemplar este edificio:
unas fichas gigantes de dominó cayéndose en fila como en esos campeonatos que
se organizan para derribar con un solo movimiento cientos o miles de fichas
colocadas previamente de forma artística. Y esto era arte, arte arquitectónico.
Luego, en el interior del edificio se podía conocer un poco más de la cultura
noruega. Y eso hice…
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