lunes, 29 de octubre de 2018

Una década de “Libros del año”


Fue en el año 1990 cuando me suscribí al Servicio Filatélico de Correos de Noruega y comencé a coleccionar los sellos de este país mediante una suscripción a su “Libro del año”. Se trata de un libro que contiene información (en tres idiomas: noruego, inglés y alemán) y numerosas fotografías, esquemas, etc., sobre los motivos que han impulsado a dedicar uno o varios sellos a un tema o personaje en particular. Junto a esas páginas, se incluye una lámina plástica que protege los sellos auténticos, de tal forma que además de ser un libro que acerca de una manera amena la cultura del país, es también una colección de sus sellos.

En la imagen podemos ver los ejemplares de mi colección que abarcan desde el año 1990 hasta el año 2000. ¿Por qué no continué más allá de esta fecha mi colección? La respuesta es que a partir de aquella fecha los sellos (tanto en Noruega como en muchos otros países) perdieron una parte muy importante de su encanto. Hasta entonces, los sellos eran un pedazo de papel con goma por detrás, la cual había que humedecer para pegarla en el sobre. A partir de esta última fecha, esos sellos pasaron a ser unas simples pegatinas autoadhesivas.

Los viejos aficionados a la filatelia siempre recordamos el especial olor de los sellos, su textura, el delicado trabajo que suponía despegarlos (sin que sufrieran daños) del sobre que habían franqueado… Pero todo ese encanto se vino abajo cuando dejaron de ser “sellos” para convertirse en “pegatinas”.

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