Dicen que a los españoles nos gusta mucho ir al bar a charlar con los amigos. Bueno, pues a los islandeses también, pero como allí siempre hace frío y el alcohol es muy caro (si fuese barato estarían todo el día borrachos), han sustituido esa sobreabundancia de bares que hay en España por una sobreabundancia de piscinas termales que puedes encontrar y disfrutar por todas partes. En algunas de ellas el horario es tan amplio que puedes ir a bañarte desde las 6 de la mañana hasta las 10 de la noche. Una vez dentro tienes piscinas con varias temperaturas, desde las más “fresquitas” de 30ºC hasta las más calentitas de 40ºC y otras más aún (aunque en estas últimas no llegué a meterme, porque más allá de los 40ºC noté que me ponía muy coloradito y el agua empezaba a desprender aroma de sopa). Aparte de las piscinas grandes para nadar, hay otras más pequeñas con asientos y que son el punto de encuentro para charlar relajadamente con los amigos y con cualquiera que pase por allí. El taburete del bar lo han sustituido por el asiento acuático. Y estas piscinas están abiertas todo el año; da igual que llueva, nieve, haya luz u oscuridad total; los islandeses disfrutan de este nuevo hobby nacional en cualquier época y climatología y se sienten profundamente orgullosos de este logro. Y además son bastante baratitas; el equivalente a unos tres euros por persona.
Bueno, y eso sí, para tomarse una copa, todas ellas tienen dentro un bar y las baldosas calentitas para no coger una pulmonía. Acostumbrados como están, desde pequeños, a este clima, los islandeses son tíos fortachones. No sé cómo aguantaríamos nosotros un invierno allí.
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