Cuando empecé a leer libros de autores noruegos,
empecé –lógicamente- por el más conocido de todos ellos, por el galardonado con
el Premio Nobel de Literatura Knut Hamsun. Desde entonces he leído muchos de
sus libros, aunque con especial cariño recuerdo los primeros que leí,
concretamente “Pan”, “Victoria” y “Bendición de la tierra”.
Ya en los años de mi juventud más madura, solía acudir
al Ateneo de Madrid con un amigo para asistir a las sesiones de cine dedicadas
a cineastas de otros países, entre ellos suecos y noruegos, cuyos filmes nunca
se estrenaron en salas comerciales y que aquí podíamos ver, como unos
privilegiados, en versión original subtitulada… y sin censura.
De aquellas películas recuerdo, de manera muy especial,
la película “Pan” sobre la novela de igual título de Knut Hamsun. Viendo
aquellos paisajes y la forma de ser y de pensar de aquellas gentes, comprendí
que yo no pertenecía a la sociedad Española, que debí nacer en este país por
equivocación, porque mi corazón, mi sentimiento, estaba y se identificaba con
aquellas gentes del norte de Europa. Aunque en mi documentación ponga que soy
español, mi alma siempre ha sido nórdica. Sin lugar a dudas
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