(Noticias de Islandia) Hay algunos datos que demuestran cómo Islandia es diferente al resto de países
de nuestro planeta y nos lleva años luz de ventaja en el camino a la utopía. No
se trata de palabras, sino de hechos, de cifras que ponen de manifiesto cómo es
posible acercarse a lo que debería ser una sociedad ideal, algo que no interesa
en absoluto a los políticos del resto de países que pueblan el globo.
Voy a
citar por tanto algunos de los datos y reflexiones que el pasado 5 de julio
publicaba el periodista Julio Urrutia en “El Ciudadano”, un diario de la
localidad argentina de Mendoza.
Decía,
por ejemplo que “son muchos los peligros que acechan a nuestros jóvenes:
tabaco, alcohol, droga, delito, maternidad a corta edad, agresiones...” y cómo
el papel cada vez menos relevante de los padres, junto con la innata curiosidad
de los jóvenes les lleva a caer en los excesos y quedar enganchados a ellos.
Y se
sorprendía (y nos sorprenderemos todos) al saber que en Islandia beber o fumar
ya no está de moda entre los jóvenes, y eso que hasta hace pocos años tenían
unos porcentajes de los más altos de Europa. Las cifras son realmente
espectaculares: apenas el 5 por ciento de los jóvenes de entre 14 y 16 años
bebió alcohol durante el último mes (en Europa este porcentaje es actualmente
del 47 por ciento y en América Latina del 35 por ciento); solamente un 3 por
ciento fuma tabaco a diario (en América latina, por ejemplo, ese porcentaje es
del 17 por ciento y en Europa más alto aún); y sólo un 7 por ciento de los
jóvenes consumió marihuana en el último mes (igualmente diferencia abismal con
lo que sucede en cuanto a drogas en los demás países europeos).
Pero
¿cómo es posible esto? Y la respuesta nos deja más sorprendidos aún: Porque el
Gobierno de Islandia acomete reformas y políticas de Estado a largo plazo, es
decir a 10 o 20 años vista, y no pensando simplemente en las próximas
elecciones como nos tienen acostumbrados los políticos europeos. Y una de estas
políticas, que se inició en 1998, se propuso cambiar la situación y lograr que
los jóvenes se inclinasen por llevar una vida más sana. Para ello estableció
una política (acompañada del suficiente presupuesto) para que se incrementase
en número, variedad y atractivo todo tipo de actividades extraescolares:
deportes, música, teatro, danza, artes plásticas, etc.
Ahora se
comprende por qué los jóvenes islandeses se inclinan más por este tipo de
diversiones sanas que por las drogas y excesos, y no se comprende por qué
seguimos sin implementar en otros países este tipo de medidas que ya han
demostrado su eficacia.
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