¡Caray!
Ya era hora de encontrar algo que no me gustase de Noruega y al fin lo he
encontrado. En este restaurante que veis en la fotografía (aunque mi
informadora no da muchos más detalles) te sientas y no puedes llamar al
camarero ni puedes levantarte a pedir la consumición en la barra. Tienes que
escanear con tu móvil un código, a través de él pedir lo que quieras, y
entonces vendrá un camarero para servírtelo.
Os
aseguro que si alguna vez encuentro un sitio así me levantaré y me iré a otro
sitio. Lo malo es que esta moda ha venido para quedarse y no solo en Noruega sino en todo el mundo, así que aquellos que no somos esclavos del móvil estamos apañados.
El
único consuelo que me queda es que ya tengo muchos años y por lógica estoy al
final de la vida que, visto lo visto, prefiero que me llegue cuanto antes.
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