Cubierta por las nubes, no se pudo ver la cumbre de Snaefellsjökull, el volcán por el que Julio Verne imaginó su “Viaje al centro de la Tierra”. Allí, a las faldas de esta mágica montaña se pudo respirar el aire del misterio y la imaginación creaba un nuevo mundo en cada gota de niebla.
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