El carácter de sus gentes es amable y tranquilo, son
educados y respetuosos, cultos y también independientes y reservados. La vida
allí es completamente relajada, sin prisas ni agobios, y aunque desde fuera
pueda parecer aburrida, hay diversión más allá de sus propias casas y, desde
luego, una vida cultural muy activa.
Su idioma apenas si ha sufrido cambios desde que llegó el
primer habitante a la isla en el año 874 y es bastante complicado, teniendo
incluso tres letras propias. Es el mismo idioma (el antiguo norse) que hablaban
todos los pueblos vikingos y que aquí se ha mantenido virgen sin que surjan del
mismo grandes variaciones ni nuevos dialectos. Su ortografía aún mantiene el
uso de letras de la antigua lengua nórdica: son la letra æ Æ (una mezcla de “a”
y “e”), ð Ð (como la “d” que figura al final de las palabras españolas) y la
letra þ Þ (una mezcla de “z” suave).
Los islandeses han estado poco comunicados y se han mezclado
poco con el mundo exterior, con otras razas y culturas, a lo largo de los
siglos. Se dice que son algo endogámicos, y es cierto que cualquier islandés
que acceda a “El libro de los islandeses” puede encontrar su árbol de familia.
En la mayor parte de los casos, este árbol genealógico está documentado hasta
el siglo XVI, y en algunos casos hasta mil años atrás. Disponen de excelentes
registros de nacimientos y enfermedades desde hace seis siglos y esto ha
supuesto una fuente valiosísima para
estudiar su código genético. Esta información, que en
otros países está firmemente restringida, aquí está al alcance de todos ellos y
se ha aceptado por los beneficios en salud que se pueden derivar de la misma
para todos los habitantes. Sus computadoras contienen información sobre todos
los ciudadanos, sus antepasados y sus enfermedades durante casi los últimos mil
años.
Finalmente, otro ejemplo de su diferencia, es que no tienen
DNI como en España o los demás países europeos, sino sólo un número nacional de
identificación, el Kennitala, algo imprescindible para cualquier actividad,
desde pagar los impuestos hasta alquilar una película en el videoclub.
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