Por esa ribera del lago, pasando junto a la iglesia, he paseado
muchas veces en el camino desde mi casa a la ciudad. Pero eso sucedió en verano
y, entonces, el paisaje era muy distinto, pleno de luz de oro del sol, de azul
intenso del lago, de verde esmeralda del césped o de las copas de los árboles o
del tejado de esa iglesia de madera pintada de blanco como la fachada de
algunas casas vecinas... y en medio de todo, llenando mis pulmones, el aire más
limpio del mundo.
Ahora contemplo esta imagen, una imagen de ese mismo lugar
un día cualquiera de este invierno. El paisaje es el mismo pero ahora es todo
diferente... ¿o no? Porque yo sigo sintiendo lo mismo ahora, al verlo, que
cuando estuve caminando por allí. No hace falta seguir escribiendo más porque
todo se puede resumir en una sola palabra: “Paz”.