jueves, 10 de noviembre de 2016

La vida en Islandia (1)

Vivir en Islandia tiene, como en cualquier otro país, sus ventajas y sus inconvenientes. Este país ha sido reconocido por sus propios habitantes como el mejor lugar para vivir y es cierto que es uno de los países con más alto nivel de vida, al igual que también posee la esperanza de vida más alta. A ello puede contribuir el que su entorno sea el más saludable de Europa: ciudades sin humo junto con el aire y el agua más limpios del continente. Son pocos habitantes (320.000  en más de 100.000 km2) y no hay ni aglomeraciones ni grandes fábricas que contaminen. Su naturaleza es una de las últimas que quedan en nuestro planeta en estado virgen. Por otra parte, la seguridad social y el sistema educativo son de alta calidad y los islandeses se encuentran entre las personas más cultas de Europa.

Los precios son bastante altos, pero también los salarios, y el trabajo es algo en lo que todos se empeñan desde la juventud, compatibilizándolo con los estudios, al menos durante los períodos de vacaciones. Desde muy jóvenes saben lo que es el trabajo y el estudio. La mayoría de las personas dispone de casa propia, buenos coches y toda clase de comodidades. Los impuestos son muy altos, pero también lo son las prestaciones sociales.

En el lado negativo cabría señalar su climatología y los largos inviernos sin luz solar. Incluso los islandeses, adaptados a ello, se deprimen y –relacionado o no con este hecho- Islandia presenta uno de los índices de suicidio más altos de Europa. Salvo las grandes ciudades como Reykjavik (la capital) y Akurery   (en  el  norte),    no  hay   prácticamente  nada  salvo glaciares, volcanes, desiertos de lava, ríos, animales y pequeños pueblos. La vida humana se concentra en muy pocos lugares y casi ninguno de ellos multitudinario, tal como acostumbra a ser en la mayor parte de la Europa continental.

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